sábado, 13 de abril de 2013


PRACTICAS DE COMUNICACIÓN EN LA CULTURA POPULAR: MERCADOS, PLAZAS, CEMENTERIOS Y ESPACIOS DE OCIO (Jesús Martín Barbero)

                                                                Por: Juanita Santos Moreno
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El entendimiento hacia lo que plantea el autor se hace interesante en la medida que expone o ejemplifica como las prácticas de comunicación han venido siendo alteradas, dominadas e impuestas a causa de la modernización y como la prácticas populares, pueden ser un eje vital y una propuesta importante para lograr que dicha comunicación sea alternativa y dinámica en nuestra sociedad.
Para dar mayor claridad al tema, Barbero hace una serie de comparaciones relevantes, entre la plaza de mercado y el supermercado; y entre un cementerio público y uno privado, definiendo para estos lugares dos tipos de economías que se hacen visibles y se materializan en las prácticas de comunicación que allí surgen.
Por un lado, hace mención a la economía de “abstracción mercantil” en la que el sentido de un objeto se produce por la relación con otros objetos y en la que la significación de dicho objeto está dada por el  valor del mismo dentro de un concepto mercantil. El otro tipo de economía es la que denomina de “Intercambio simbólico” en donde el valor y la significación del objeto están dados por el intercambio que los individuos llevan a cabo con estos, a través de dinámicas de comunicación en torno a su adquisición o interés.
Según estas definiciones y partir de los siguientes ejemplos, al autor busca dar a entender como en términos generales la cultura popular mantiene y desarrolla sus prácticas de comunicación a través del intercambio permanente entre lo económico, representado en el objeto y lo simbólico, expresado por el sujeto que interactúa en torno a esto.
Por su parte, “la cultura burguesa” como la denomina Barbero, desarrolla sus prácticas de consumo bajo estos mismos parámetros con la diferencia que en este caso se esconden y excluyen las condiciones de producción simbólica,  limitándose netamente a un consumo mercantil direccionado por sistemas publicitarios, en donde la esencia de la comunicación y del desarrollo de una actividad entre lo que somos y lo que tenemos, pasa a un segundo plano.
La comparación entre la plaza de mercado del barrio Paloquemao en Bogotá  y el supermercado Carulla, permite entender las dinámicas en las prácticas de comunicación completamente opuestas que se presentan y que quiere exponer el autor a lo largo de su artículo. Se habla por ejemplo de los aspectos de organización, comercialización, producción, contexto, entorno, sistemas publicitarios, entre algunos otros aspectos que manejan estos lugares dentro de su desarrollo y sentido de existencia, dándonos cuenta que en efecto el desarrollo y el transcurrir diario en estos lugares es muy diferente.
Una de las evidencias que mejor pueden expresar este hecho, es la disposición interna de estos espacios, encontrando en la plaza de mercado un lugar heterogéneo, formado por un conjunto de puestos o zonas atendidas por diferentes vendedores que desarrollan su actividad en constante interacción con los vecinos de los otros puestos, con los compradores que llegan a la plaza a buscar diversidad de frutas, verduras, hierbas, entre otros y con sus mismas familias que por lo general forman parte del grupo y fuerza de trabajo. Allí, las actividades se desarrollan de manera espontánea y las dinámicas de compra y venta están basadas en factores como la rebaja y la ñapa soportadas en un ambiente de buena atención, cordialidad y recibimiento para el que compra. Lo que en esencia exige que el dialogo, la interacción y la comunicación siempre estén presentes en un lugar que es expresivo por sí solo.
En un supermercado la disposición interna expresa unas connotaciones bien diferentes a las mencionadas para la plaza de mercado. En estos lugares también se encuentra diversidad pero de otro tipo de productos y la diferencia es que internamente la organización y disposición está determinada por la simetría, la decoración y la ambientación del lugar, que se presentan como los aspectos fundamentales de producción publicitaria mediante los cuales se garantiza el consumo de los productos allí ofrecidos para la venta. Pero adicionalmente, en el supermercado el dialogo y la comunicación se limita al momento en el que voy a pagar los productos en un punto atendido por una persona con la que se cruzan una o dos palabras para poder llevar a cabo la compra. De esta manera y tal como lo afirma el autor en estos lugares no hay comunicación, simplemente información por parte de los vendedores o funcionarios del lugar, y esto solo cuando lo que necesita saber no se lo muestra el producto en su empaque o en sus instrucciones de uso. 
Para el caso de los cementerios, hablando específicamente del central y el de Jardines del recuerdo en la cuidad de Bogotá, pasa algo similar en torno a las dinámicas de comunicación que se presentan en cuanto al intercambio económico y simbólico del que venimos hablando. En estos casos, las prácticas se desarrollan a partir de puntos igualmente opuestos evidenciando como en el cementerio público o popular, las prácticas se desarrollan de manera espontanea de acuerdo a las creencias, necesidades, pensamientos o actos de fe de quienes acuden allí no solo a visitar a sus muertos sino también a hacer peticiones a las tumbas de algunos personajes que se cree pueden concebir favores, especialmente los días lunes. Todo esto acompañado de ofrendas y objetos dejados en las tumbas que ante los ojos de los visitantes, presentan un lugar diverso, dinámico y heterogéneo que hace evidente y palpable la interacción y la comunicación de los individuos con el espacio y su materialidad.
En el caso del cementerio privado ocurre todo lo contrario. El espacio es homogéneo, y simétrico, y la gente acude únicamente a visitar a sus familiares o allegados difuntos durante un lapso de tiempo relativamente corto para posteriormente salir del lugar e ir a disfrutar de un día en familia a las afueras del norte de la ciudad, ya que el día de mayor afluencia es el día domingo.
Estos, además de otros fenómenos, evidencian como efectivamente las prácticas culturales de comunicación se desarrollan en los escenarios que Barbero llama de la topografía y la topología, en donde la primera hace referencia al espacio configurando por señales y la segunda a la interpretación o lectura de esas señales por parte de los individuos, viendo como efectivamente dentro de una sociedad de consumo, interpretamos las señales que basadas en una fuerte economía tiende a encerrarnos en lo que se presenta ante nosotros, como bonito, nuevo, organizado, decorado, avanzado, desarrollado y por supuesto costoso.  

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